Mi codependencia y yo

«Estás enferma» Ese era el insulto que recibía del hombre que amaba cada vez que descubría una mentira, traición, omisión o como le quieran llamar.

La realidad es que tenía razón. Estaba total y completamente dañada emocionalmente, buscaba la forma de demostrarle y demostrarme que no estaba loca, que lo que mi sexto sentido me dictaba no estaba del todo equivocado, buscaba pruebas para ganar una batalla contra alguien cuya respuesta iba a ser de nuevo ESTÁS ENFERMA. Esas palabras marcaron mi vida durante años.

Mi relación no era para nada algo que se pudiera llamar amor, no después de los primeros meses. Cada discusión era mi culpa, cada problema que teníamos terminaba siendo provocado por mí. Es más, incluso cuando mis celos estaban totalmente fundamentados, de alguna forma lograba manipularme y yo terminaba siendo la maldita de la historia, la violenta, la loca. Así es como tu autoestima va mermando, así es como comienzas a creer que el ser que tienes a un lado es lo más maravilloso por aguantarte con todo lo «insegura, loca y enferma que eres o cuando pierdes los estribos». Así te conviertes en un adicto al premio y castigo, como un animalito bien entrenado.

La Ruptura

Durante los días posteriores a ésta, mientras asimilaba la traición que hacía meses ya se había anunciado intentaba encontrarme a mi misma. No me reconocía, había días que en verdad creía todo lo que ya estaba instalado en mi subconsciente.  Pasaba noches enteras llorando, días torturándome y sintiendo que era el peor ser humano del mundo al haber insultado y lastimado al único hombre que me había «amado» con todo lo que yo era. ¿Quién se iba a querer quedar con una loca, mediocre, violenta, enferma, que alucinaba cada una de las traiciones? Claro, era lógico que me pusiera el cuerno y que me dijera que estaba harto de mí.

¿Por qué fui capaz de aceptar que alguien insultara, no solamente mi inteligencia, sino mi autoestima? Porque en esta relación no fui una víctima, fui una feliz participante en el concurso de «PROBEMOS NUESTRO NIVEL DE ENFERMEDAD». Si bien mi compañero me llevaba por lo menos diez años de vida recorridos, eso no quiere decir que haya sido el abusador. Ambos con nuestra nula inteligencia emocional estábamos envueltos en una relación codependiente. Esto quiere decir que eres abusador y abusado en diferentes situaciones y rangos.

Aunque mis celos eran fundamentados, una persona sana emocionalmente hubiera terminado la relación antes de convertirse en la novia psicópata que yo fui. Alguien sano emocionalmente no cree que el amor es un constante sube y baja de emociones. La realidad es que de cierta forma esas palabras que tanto odiaba eran ciertas. Alguien con la suficiente autoestima, amor propio y madurez hubiera dejado esa relación al primer signo de que algo estaba mal. Después de todo sí era una enferma, pero hoy lucho todos los días contra mi personalidad codependiente.

Aquí les dejo lo que he aprendido después de meses de terapia y que me ha ayudado a recuperar mi vida y autoestima, por lo que espero que le ayude a cualquiera que se encuentre en esta situación.

  • NADIE es responsable de las situaciones que aceptas, más que tú.
  • Una persona que realmente se ama no es capaz de soportar ni violencia emocional o física.
  • Aprende a escucharte. El amor no es miedo, no es ansiedad y no es sufrimiento.
  • No culpes a otros, responsabilízate por tus actos y por tus sentimientos.
  • Vas a volver a ser feliz y sonreír, todo lleva tiempo, sé paciente. Las heridas sanan.
  • No creas todo lo malo que dijeron de ti. Todos buscamos justificarnos. Aprende a conocerte y sé consciente de tus defectos y virtudes, trabaja en los defectos, alimenta tus virtudes.
  • Trabaja en lo que no te gusta de ti, tanto física como emocional o moralmente. Esto atraerá a personas igual de sanas que tú.
  • Enamórate de ti y ámate, así no aceptarás menos amor y tranquilidad del que te tienes tú y serás una persona lo suficientemente en paz consigo misma como para poder dar amor.

@UnaTalAri

 

Deja un comentario